“La transición energética es un desafío nuevo. Estamos pasando a una etapa que es mucho más verde, donde las energías renovables toman mayor relevancia. Lo que forjamos en un inicio ahora tiene una evolución y nuestro desafío como profesionales es ser versátiles, aprender otras tecnologías y seguir aportando a la generación de energía en Chile”, explica.
En mayo de 2020, Enel hizo pública su decisión de adelantar la desconexión de Bocamina I para diciembre de ese año y Bocamina II para 2022, en comparación con las fechas comprometidas previamente por la compañía en el Plan de Descarbonización Nacional suscrito con el Ministerio de Energía en junio de 2019, que proyectaba la salida de la unidad I para fines de 2023 y de Bocamina II a más tardar en 2040.
¿Cómo fue posible adelantar en 18 años el cierre de última central a carbón de Enel en Chile?
“Es el resultado de más de una década de trabajo y planificación. Nos propusimos posicionarnos como la compañía con mayor capacidad en energías renovables del país para así liderar la transición energética en Chile, y lo hemos cumplido. Somos la primera empresa en cerrar todas sus centrales a carbón y, al mismo tiempo, estamos trabajando en añadir mayor capacidad en energía solar, eólica y geotérmica en el corto y mediano plazo.”
El plan estratégico de la compañía contempla importantes proyectos de innovación, como la primera planta híbrida solar-eólica de escala industrial en Chile (Azabache en la región de Antofagasta, que entró en operación en agosto de 2022); el desarrollo de sistemas de almacenamiento de energía en dos nuevas centrales eólicas (La Cabaña y Rihue); y la expansión de la primera central geotérmica de Sudamérica (Cerro Pabellón en la región de Antofagasta).
Sin embargo, este salto no habría sido posible sin los logros del pasado. En 2007, Enel inauguró el primer parque eólico a escala industrial de Chile; en 2014 puso en operación sus tres primeras plantas fotovoltaicas; y en 2017 inauguró la primera unidad de Cerro Pabellón, por nombrar algunos hitos de la hoja de ruta que se trazó hace más de una década, y que a la larga permitió que en 2019 la compañía anunciara el cierre anticipado de las tres centrales a carbón que mantenía en operación a esa fecha.
Qué es una transición justa
El concepto de transición energética se refiere a la transformación -actualmente en desarrollo- para alcanzar una matriz energética 100% renovable y para reemplazar los combustibles fósiles en ámbitos como el transporte, consumo residencial e industrias por electricidad. Sin embargo, existe un concepto más integral para describir cómo se debe llevar a cabo este proceso: transición energética justa.
El trabajo realizado en Coronel lo sintetiza muy bien. El cierre definitivo de Bocamina consideró un plan que comenzó hace más de dos años, que contempló dar cumplimiento a todos los acuerdos adquiridos previamente con las comunidades; ofrecer oportunidades laborales a todos los trabajadores de Enel en la central; dar opciones de capacitación a los principales contratistas de la planta; y desarrollar un proceso de “Phase Out” (la etapa posterior a la desconexión) en línea con el propósito de la empresa de impulsar el desarrollo sostenible.
La historia de Michael Navarro es un buen ejemplo de este plan de transición justa en Coronel. Tras el cierre de la unidad 1 Bocamina en 2020, sus 28 trabajadores formaron parte del proceso de ofrecimiento de opciones laborales. Posteriormente, se desarrolló el mismo programa con las 56 personas que operaban en Bocamina II. Michael es uno de ellos.
“Bocamina era como una familia para mí. Todos pensábamos que íbamos a jubilarnos en la planta”, reconoce. Sin embargo, el cierre de la central le terminó abriendo nuevos caminos en el sector renovable. “Este cambio fue una oportunidad”, explica.
Ahora Michael se desempeña en el área de generación de energía renovable, específicamente en Enel Green Power, definiendo las actividades de mantenimiento para los equipos de todos los parques fotovoltaicos de la empresa.
Además, pasó de tener una jornada laboral de 12 horas presenciales en Bocamina II, a un sistema de trabajo híbrido. Actualmente, acude ocho días al mes de forma presencial al edificio de Enel Chile en Santiago o en terreno en las distintas plantas fotovoltaicas instaladas en Antofagasta y Atacama. El resto del mes lo hace de manera remota en su casa en Concepción, evitando así alejarse de su familia.
“Uno ve esos detalles y te convences de que caíste en una parte donde te dan ganas de seguir aportando y de seguir trabajando. Te pones más la camiseta. Estoy disfrutando todo lo que está pasando en mi vida, viendo el vaso lleno de todo lo que viene”, resalta Michael.
La oportunidad de transitar a nuevos desafíos laborales dentro de la compañía ha sido ofrecida a todos los trabajadores de las centrales térmicas que Enel sacó de operación en el proceso de cierre de plantas a carbón, es decir, la unidad a carbón de Tarapacá en diciembre de 2019, Bocamina I en diciembre de 2020 y Bocamina II en septiembre de 2022. Además, las principales empresas contratistas que prestan servicios a la Central Bocamina son parte de los Programas de Reconversión de Oficio y Acreditación de Competencias Laborales. A través de ambos programas, Enel Chile podrá trabajar con un universo diverso de perfiles y calificaciones, ya sea a través de Sence o directamente por los programas gestionados por la compañía.
“Liderar una transición energética justa significa transformar nuestra matriz energética sin dejar a nadie atrás, es decir, haciéndonos cargo de los impactos que este proceso puede generar en los trabajadores de las centrales térmicas y las comunidades en torno a ellas y asegurando que los beneficios de esta transición lleguen a todos.”
Coronel: protagonista de un proceso inédito
En línea con esta visión, en 2017 Enel inició una nueva etapa en su relacionamiento con el territorio de Coronel y sus habitantes. Ese año se concretó la modernización de Bocamina I y II para transformarlas en un complejo con tecnologías de última generación y en un referente de gestión ambiental para plantas a carbón en Latinoamérica. Se construyeron dos domos geodésicos para cubrir las canchas de acopio de carbón, se implementaron sistemas de abatimiento que permitían cumplir ampliamente los límites de emisiones indicados en la normativa vigente, junto a un sistema de monitoreo continuo de emisiones cuyos datos se transmitían en línea a la autoridad ambiental, y se incorporaron filtros de última generación en el sistema de aducción de agua, transformando a Bocamina en la central con el estándar de manejo de carbón más elevado de Chile y Sudamérica.
Junto a esto, se inició un proceso inédito en materia de derechos humanos con las comunidades de Coronel, con el objetivo de remediar todas las brechas existentes producto de procesos anteriores en el entorno de las centrales Bocamina I y II.
“El cierre de Bocamina II se enmarca en un proceso de transición justa en lo social y ecológico. Hace 6 años, cuando llegamos como Enel a Coronel, las instancias sociales eran muchísimas y significativas. Nuestro trabajo se basó en la construcción del diálogo permanente, en la escucha constante y en la trasparencia. A partir de eso surgieron diversas soluciones en materia de derecho a la vivienda, a la autonomía económica y al desarrollo social de la comunidad de Coronel.”
En el marco de este plan, se refaccionaron 20 sedes de sindicatos de pescadores artesanales; se fortalecieron 3.300 MiPymes a través de diversos fondos concursables con un 54% de proyectos liderados por mujeres; se construyeron y mejoraron 1.370 viviendas sociales; se construyeron 6 sedes comunitarias, incluyendo infraestructuras levantadas bajo modelos de economía circular; se construyeron 8 iglesias; se financió la nueva Escuela Rosa Medel; se restituyeron espacios deportivos y se implementaron nuevos espacios urbanos y sociales; y se becó a 156 estudiantes de educación superior, entre otras iniciativas.
“Costó mucho, hubo un antes y un después”, reconoce Guadalupe Prieto, dirigenta social de la comunidad de Huertos Familiares, quien destaca el cambio que hubo en la relación con la compañía a partir de 2017.
“Comenzamos las conversaciones y esto se fue dando. Todo se basó en el diálogo y en el respeto mutuo. Ellos se pusieron en nuestro lugar, respetaron nuestra historia, y eso fue lo emocionante de este proceso.”
Por su parte, Pellegrini señala que “los Derechos Humanos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible están al centro de nuestra estrategia de relacionamiento y en Coronel son los pilares para construir soluciones junto con la comunidad, a través de un trato justo”.
Tras el anuncio del adelantamiento del cierre de Bocamina II para septiembre de 2022, Enel ratificó que cumplirá con todos los acuerdos vigentes con las comunidades de Coronel, incluyendo programas que continuarán desarrollándose después del cierre de la central hasta ser completados.
“La transparencia, la confianza y el valor profesional y humano del equipo dedicado exclusivamente a este proyecto, han permitido generar un camino común, una relación y una perspectiva de futuro y progreso sostenible en el territorio para Enel y para la comunidad”, concluye Pellegrini.
A esto se suma el proyecto de remediación ecológica del Vertedero de Cenizas de Bocamina, el cual comenzó en 2019 para reconvertir el espacio de 10 hectáreas en un bosque nativo dentro de la ciudad de Coronel, gracias al trabajo de profesionales de Enel Generación y especialistas de Foresta Nativa de la Universidad de Concepción. A septiembre de 2022, dos tercios del vertedero ya se encontraban en proceso de revegetación, cubriendo las cenizas acopiadas con especies de árboles, plantas y arbustos, mediante innovadoras técnicas para la preparación del suelo.
Ahora, tras el cierre definitivo de Bocamina, este proyecto entra en una nueva fase para transformar el 100% de su superficie y así ofrecer a la ciudad un nuevo uso sostenible para este espacio, en línea con la transición justa que caracterizó al cierre de la última central a carbón de Enel en Chile.