“Teníamos las maravillas, pero no estábamos capacitados para presentar esas maravillas”, reconoce Abigail Ferreira (29) cuando recuerda la grabación de la película “María Elena” del director Rodrigo Lepe en la antigua salitrera en 2014.
Abigail nació en María Elena, ya que el hospital de Pedro de Valdivia estaba cerrado. Luego, en el año 1996 al cerrarse la oficina salitrera de Pedro De Valdivia, se mudó a María Elena con toda su familia.
Desde ese entonces, ha estado en la localidad, a excepción de los 6 años en los que estudió en la universidad en Antofagasta. Como elenina, conoce bien la historia de la comuna y de las personas que la habitaron en el pasado. Al igual que ella, varios jóvenes solían realizar tours a los visitantes; sin embargo, no estaban suficientemente organizados y, aunque tenían estudios y experiencias previas, no contaban con estándares de servicio para ofrecer una experiencia integral a sus clientes.
Un paso adelante para el turismo
Victor Loyola desarrolla el turismo en la zona hace 4 años. En ese periodo, conoció a la Asociación de Guías Turísticos de María Elena, con la cual se fue involucrando poco a poco hasta finalmente asumir su presidencia. Desde ese rol, el primer desafío que se planteó junto a los otros miembros de la asociación fue unificar los criterios para relatar la historia de María Elena. Con ese objetivo, se acercaron a la Fundación Rondó y Enel Green Power. Su intención inicial era adquirir vestimenta especializada para su actividad, pero las conversaciones derivaron en una meta aún más ambiciosa: obtener el Sello Q del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur).
Este sello consiste en un proceso voluntario de certificación de calidad turística que, junto con respaldar el nivel de los servicios prestados, permite acceder a cofinanciamiento “Focal” de Corfo, más visibilidad en las plataformas de difusión de Sernatur y mayor puntuación para acceder a los programas sociales del servicio.
“Nos sorprendimos, porque fue todo muy profesional, muy intenso y de mucho material, tanto físico, como teórico. Las pruebas fueron exigentes y todos lo logramos. Ahora le damos más seguridad al cliente.”
Loyola reconoce que el proceso de certificación fue complejo y tuvo una duración de seis meses con clases como primeros auxilios en zonas remotas, primeros auxilios psicológicos, capacitación respecto del patrimonio cultural y técnicas de guiado.
Ahora Abigail mira con optimismo las oportunidades que se abren con este proyecto. Luego de certificarse, quiere emprender en el turismo aventura junto a su compañero Brayhan Milla, también guía certificado en Sello Q.
“Buscamos desarrollar el turismo aventura. Acá existen rutas para hacer en bicicleta, para observar estrellas, para acampar y vivir la aventura en un desierto extremo.”
La joven guía dice que, gracias al conocimiento adquirido en la certificación, pueden ofrecer un servicio de alto nivel y que llegar a más potenciales clientes gracias a la visibilidad que están obteniendo. Y cree que todavía queda mucho por crecer en la economía de María Elena.
“Con la llegada de nuevos viajeros, se hacen fundamentales otras actividades, como la artesanía local, la prestación de todo tipo de servicios”, explica, mientras planifica sus futuros proyectos para seguir rescatando el patrimonio local y también fomentar el desarrollo de la economía circular.