La ciudad se ilumina
La electricidad no llegó tan tarde a Chile en comparación con otros países. “Las primeras iluminaciones, por ejemplo, de la ciudad de Nueva York son de 1880, y las primeras luces eléctricas que se instalan en la Plaza de Armas de Santiago son de 1883, o sea hay tres años de diferencia, eso indica que los cambios tecnológicos y los beneficios de la electricidad hacen que se moviera muy rápido”, relata el investigador Waldo Vila.
Al comienzo la iluminación del centro de Santiago utilizaba el carbón como fuente de energía, pero hacia los años 1902 y1903, con la llegada de las hidroeléctricas, el interés por el carbón disminuyó, y este tipo de energía renovable proveniente de la fuerza del agua tomó gran protagonismo en el desarrollo de las ciudades del país. Según datos de la Biblioteca Nacional, la construcción de la primera central hidroeléctrica chilena durante 1897 en Chivilingo dio el paso a otras importantes instalaciones en Santiago y otras ciudades de Chile.
“Los que primero reciben luz son las grandes casas particulares de la época, las cuales cambian su arquitectura y le incorporan nuevos rincones. Es muy interesante como hubo una proliferación de ascensores a principios del siglo XX en Santiago, además de habitaciones para el teléfono o un garage para el auto. La modernidad se transforma en un símbolo de estatus, y la modernidad va muy acompañada de la electricidad”, relata el Conservador y Restaurador de Bienes Culturales Mario Rojas.
Unos años más tarde, el 1 de septiembre de 1921, con la creación de la Compañía Chilena de Electricidad Limitada (que luego pasará a llamarse Chilectra y en la actualidad Enel Distribución Chile), se comienza a masificar su uso en los hogares de todos los chilenos.
“El auge de la electricidad y la expansión eléctrica en Chile coincide con los años 20’, que también es un quiebre en todos los paradigmas sociales, económicos y culturales en Chile.”
“Situémonos en ese Santiago, donde instalar energía en una casa era muy difícil, no había cables, ni las instalaciones, imaginemos también el revuelo que significaba saber que en una casa había energía eléctrica (...) es una nueva vida, una que se alarga, ahora ya no tienes por qué acostarte a las cinco de la tarde en invierno, puedes hacer fiestas, puedes vestirte de otra manera. Hay una fuerte influencia desde ese entonces en la vestimenta de la gente, empiezan a salir los vestidos con bordado, con brillos, las mujeres podían sobresalir más, es un cambio absoluto de vida”, relata Fernando Imas, fundador del estudio Brügmann, plataforma de investigación y difusión de cultura y patrimonio chileno.
Tranvías: el motor de la ciudad
En 1900, 20 años antes de la creación de la Compañía Chilena de Electricidad, comenzaron a funcionar los tranvías eléctricos, reemplazando los carros impulsados por caballos. En Valparaíso este nuevo medio de transporte llega solo tres años después.
“Fue toda una novedad porque no había autos en ese momento, entonces la gente empezó a ocupar un medio que se movía a través de una energía que no podían ver, porque el caballo tú lo veías, lo escuchabas, lo olías. Los tranvías cambiaron los ruidos, los tiempos de viaje se redujeron, fue toda una revolución”, comenta el investigador Mario Rojas.
Según el experto en transporte Waldo Vila, esto tuvo un impacto directo en la vida de los santiaguinos.
“Los tranvías a inicios del siglo XX realizaban cerca de 1 a 2 millones de viajes diarios, en una ciudad que era de alrededor de 300 mil personas, por lo que hasta el año 1950 los tranvías movían Santiago.”
Los electrodomésticos llegaron para quedarse
Otro cambio fundamental en la rutina de las personas fue la llegada de los electrodomésticos, que hoy son parte esencial del funcionamiento de todo hogar o cualquier espacio que los requiera. Primero con la llegada de la plancha, después con los refrigeradores, lavadoras, entre otros.
Objetos que principalmente ayudaron a sustituir la carga física y reducir los tiempos de trabajo de las mujeres, quienes realizaban mayoritariamente las labores domésticas.
Para 1922, otro invento desarrollado gracias a la electricidad fue toda una revolución: la radio, la cual se transformó en el único medio de comunicación masivo hasta el 21 de agosto de 1959 cuando Canal 13, de la Universidad Católica de Chile, inició la primera transmisión televisiva.
“Los noticieros cambiaron la forma de informarse, la televisión era más fácil, más democrática, porque no todos sabían leer. El diario era masivo, pero no todos lo entendían”, comenta el investigador Fernando Imas.
Transitando hacia el futuro
La matriz energética que permitió a Chile crecer y modernizarse ha tenido históricamente una alta dependencia en combustibles fósiles; sin embargo, actualmente nuestro país está avanzando con decisión en una nueva etapa de la mano de las energías renovables, la digitalización y la electrificación al mismo tiempo que se descarboniza el sistema. “Industrializaron el mundo, pero a la vez produjeron el calentamiento global que está siendo cada vez más serio. Al ser recursos finitos, Chile tiene que apostar por otras estrategias de desarrollo”, comenta Vila.
En el caso de Latinoamérica, las grandes ciudades tienen un rol fundamental, ya que concentran a la mayoría de sus habitantes y, por lo tanto, son escenario de los principales desafíos y oportunidades para mitigar el cambio climático e impulsar una nueva mirada de desarrollo sostenible. En este sentido, Santiago se ha posicionado como la capital latinoamericana mejor preparada para llevar los beneficios de la transición energética a todos sus habitantes, como el acceso a la energía limpia, a una gestión más digitalizada y autónoma de nuestros consumos, a una red eléctrica más flexible y resiliente, a utilizar la energía de forma más eficiente y a usarla en más ámbitos de nuestras vidas. Un ejemplo de esto último es la electromovilidad en el transporte público, donde Santiago se ha posicionado como ciudad líder en la región con la incorporación de cientos de buses eléctricos al sistema RED.
“Es una modernización realmente sustantiva y necesaria la que estamos viviendo hoy en materia de transporte (...) veo con muy buenos auspicios este cambio, porque sin duda la electricidad va a ser la fuerza motor del siglo XXI, como lo fue el petróleo en el siglo XX”, asegura Vilas.
“Si no hubiera electricidad estaríamos viviendo otro mundo”, concluye Fernando Imas.