“Así desde abril hasta mediados de agosto de este año, los voluntarios de Enel y sus respectivos emprendedores, se embarcaron en esta experiencia ideada a raíz de la crisis económica que provocó la pandemia, por lo que no fue solo realizar una mentoría, sino que además adaptarse a un contexto aún más adverso.”
Un lindo desafío
Carolina Vergara es instructora de aeroyoga en San Carlos, Región de Ñuble. En 2019 formalizó su anhelado emprendimiento EsPazcio, entregando clases presenciales en un centro de la ciudad que arrendaba, pero sentía que eso no era todo lo que quería hacer. “A mí siempre me gustó el tema del asesoramiento, vinculado con lo emocional, entonces yo me perdí un poco, y ahí yo dije ‘aquí necesito ayuda, que alguien me ordene para definir cuál es el núcleo de mi negocio, que me ayude a definirlo en tres palabras’”.
Al igual que Carolina, justo antes de la pandemia Rosita Marchan creó, junto a otras 9 personas, una PyME de eco mueblería, la Casa del Pallet. La formalización del emprendimiento fue apoyada por la ONG Sembra y el equipo territorial de Sostenibilidad y Relacionamiento Comunitario de Enel, con la entrega del uso de herramientas y maquinarias para la confección de los muebles.
Ya en la primera reunión online con Rosita, Eduardo conoció las preocupaciones y problemas que tenía. “La primera meta fue organizar su emprendimiento, desde aclarar la situación societaria a identificar qué es lo que estaba pasando con su dinero. Para que la PyME le entregue un sueldo mensual había que entender el funcionamiento de toda la cadena de valor y cuál era la manera de optimizarlo”, comenta Eduardo.
Luego de algunas sesiones online, lograron reunirse en persona. Eduardo junto al equipo de Equipo de Sostenibilidad de Enel, llegaron hasta la ruta 115, casi en la frontera con Argentina, para conocer la casa y el nuevo taller de Rosita.
“Para mí fue una experiencia muy gratificante, enriquecedora. Yo también crecí, junto con Rosita, en mi capacidad de ver que todos tenemos algo para dar. Verla hacer cosas nuevas para mí fue fantástico, poder acompañar ese crecimiento y verlo tan de cerca, es una experiencia inolvidable, única y dan ganas de volver a hacerlo.”
En su último encuentro online Rosita le comentó que su hijo “le decía que ahora hablaba como emprendedora, que cambió hasta la manera de hablar”, Eduardo se ríe.
El progreso de EsPAZcio no fue tan distinto. Carolina en su primera reunión con María Elizabeth le comentó que contaba con solo dos clientes. Tras los meses de mentoría, actualmente tiene 11 alumnos, más otros cuatro negocios con empresas. Además, recientemente la Municipalidad de San Carlos le confirmó que aceptaron su propuesta de un programa de reintegración al trabajo presencial.
“Ahora puedo hacer una presentación sabiendo qué es lo que estoy ofreciendo y por qué lo ofrezco. La energía y la confianza que tú transmites es distinta (...) La seguridad que hoy siento después de este trabajo con la María Elizabeth ha sido súper potente”, relata Carolina.
Reorientar el modelo de negocio, digitalizar las actividades, reducir costos o conseguir financiación, eran algunas de las tareas concretas donde los mentores podían ayudar a sus emprendedores.
“'Sentirte acompañada en los primeros pasos' es el real valor del programa, ya que para ella 'si hay algo con lo que tiene que luchar todo emprendedor y emprendedora es con la soledad.'”
“Nuestras reuniones eran conversaciones de experiencias, de preguntarnos cosas. También instalé en ella, esta buena práctica, que preguntara a sus pares, a sus alumnos, ¿qué hago bien, qué hago mal, qué te gusta, qué no? Uno tiene la vanidad siempre de creer que lo que está haciendo lo hace de una forma inmejorable, y que todo el mundo lo ve así”, asegura la ingeniera civil industrial.
Cuando hablaban del sueño de Carolina para su proyecto, ella se imaginaba creando un centro en San Carlos que contenga las clases de yoga, un mercado para emprendedores y unas cabañas “para que la gente se quede y se conecte con la naturaleza”. María Elizabeth le comentó “me gusta mucho, mucho; cuando yo sea vieja y esté jubilada, tomaré un programa para disfrutarlo”, Carolina sonrío y prometieron que cuando acabara la pandemia se juntarían en San Carlos para una clase de aeroyoga.