“La pandemia vino a ser una fuente laboral. Nunca habíamos tenido 25 mujeres trabajando, y no solo de la comunidad. Eso fue muy bueno para nosotras, una experiencia muy bonita. Porque acá la tasa de cesantía es muy alta para las mujeres, no hay puntos laborales.”
Vendieron más de 30 mil mascarillas en los meses de mayor trabajo. Teniendo como cliente a siete empresas.
Entre ellas, a Enel Chile, que compró alrededor de siete mil mascarillas con el propósito de donarlas a comunidades locales que requerían de estos insumos sanitarios.
“El turismo fue el sector más perjudicado durante la pandemia. Esta y otras comunidades se encontraron en un momento crítico, porque la única entrada que tenían ya no era viable. Entonces Enel colaboró alrededor de todo el país para sostenerlas en ese momento muy grave de la primera ola. Enel facilitó la reconversión de algunos emprendimientos turísticos emitiendo ordenes de producción de mascarillas que luego se donaron a otras comunidades en estado de vulnerabilidad sanitaria. De una mano a la otra construimos protección económica y resguardo sanitario.”, comenta la gerenta de Sostenibilidad y Relacionamiento Comunitario en Enel Chile, Antonella Pellegrini.
La experiencia de reinventarse
En diciembre de 2017, Enel Green Power entregó los terrenos en comodato a la comunidad Mapu Pilmaiquén para su administración. Casi siete hectáreas de bosque prístino, saltos de agua y flora y fauna autóctona. Con ello también, la capacitación a 45 miembros de la comunidad como guías turísticos.
Así, conversaciones que se iniciaron en 2012 entre la comunidad y Enel, dieron como resultado a uno de los pocos proyectos de etnoturismo sustentable en Chile. Además de ser la primera vez que una empresa realizaba una devolución de tierra indígena.
“Se estableció una buena relación, y creo que también fue por la capacidad que tuvo la empresa de entender, de dar vuelta a una visión filantrópica de la sustentabilidad, del relacionamiento con el territorio, y pasar a una visión de integración con el territorio”, asegura Antonella.
“Hemos dado muchas charlas para poder compartir nuestra experiencia y decirles a las comunidades de otras regiones ‘sí se puede’. Sí podemos armar un proyecto con una empresa, complementarnos, crear lazos de buenos vecinos”, comenta Bernardita, quien, como presidenta de la comunidad fue invitada al Foro de las Naciones Unidas sobre las Empresas y los Derechos Humanos realizado en Ginebra en noviembre de 2018.
Pellegrini considera que el parque es “un proyecto único y emblemático en la visión de los principios rectores de “Empresa y Derechos Humanos”. Un testigo del reconocimiento del derecho a la identidad cultural de los pueblos originarios. Y con ello, un buen inicio para entregar herramientas de crecimiento autónomo a la comunidad.
El parque recibió 100 visitas en promedio en enero de 2018. Para 2019 sumó más de 6 mil personas anuales.
Durante los recorridos, los visitantes mostraron interés en elementos de artesanía autóctona. Por lo que Bernardita y otras mujeres, se capacitaron, gracias también a una colaboración con Enel, en artesanía con sello verde, amigable con el medio ambiente. La empresa dispuso de las maquinarias y las mujeres de la creatividad para hacer objetos propios y originales.
Esta mirada de trabajo colaborativo también probó su fortaleza en otros lugares de Chile. Por ejemplo, a mediados de 2020 la cooperativa agrícola We Kimun fue fundamental para garantizar la seguridad alimentaria de la comuna de Lonquimay, en la región del Biobío, al proveer al municipio 15.000 kilos de papas que fueron distribuidos a las familias impactadas económicamente por la pandemia. Esta iniciativa comenzó a pequeña escala en 2017 y gracias al trabajo colaborativo público-privado, incluyendo a Enel Generación, hoy es un emprendimiento exitoso a partir de una fuente laboral propia de la cultura ancestral de la comunidad. La cooperativa agrícola We Kimun cuenta con certificación SAG y en abril de 2021 puso en marcha su nueva bodega climatizada de acopio de papas y la sala de procesamiento de agro elaborados.
A su vez, en septiembre de 2020 se realizó el primer llamado del Fondo para el Desarrollo de la Pesca Artesanal en la comuna de Coronel, dirigido a las familias de 20 sindicatos de pescadores que firmaron un acuerdo de cooperación con Enel Generación. Postularon más de 800 proyectos en total, de los cuales 583 fueron beneficiados, entre ellos el de Paula Fuentealba, dueña de una comercializadora de productos del mar de Caleta Lo Rojas. Pese a las dificultades de la pandemia, su negocio sigue en marcha e incluso gracias al fondo adquirió nuevas maquinarias de refrigeración para suplir la creciente demanda.
“Es una gran ayuda para nosotros. Aquí trabaja mi papá, también nos ayudan mis hermanos. Además, damos empleo a cuatro personas, porque en este momento la gente lo necesita y tratamos de ayudar de una u otra forma”, sostiene Paula.
En 2021, Enel Chile y sus filiales realizará 7 fondos concursables bajo el modelo de Creación de Valor Compartido en territorios del norte, centro y sur del país, entre los que se encuentran Ollagüe, Toconce, Estación San Pedro, Copiapó, Quintero, San Clemente, Colbún, localidades del Alto Biobío y Coronel, con foco en reactivación económica y emprendimiento.
“Creemos que entregar herramientas de desarrollo económico a las comunidades ayuda a disminuir la dependencia económica entre empresa y territorio. Esto es fundamental para el concepto de generación de valor compartido, que no coincide con la filantropía. No considera la inversión social como un costo para la empresa, es una inversión a largo plazo para el crecimiento comunitario.”
Preparados para 2021
Desde marzo de 2020, y tras varios meses de intermitentes cuarentenas, el parque La Isla reabrió sus puertas en octubre de 2020.
Con aforo limitado a 70 personas y medidas sanitarias, sus visitantes volvían a reencontrarse con una lejana y necesaria naturaleza. En momentos donde el aislamiento prolongado ya comenzaba a tener efectos en las personas.
En las conversaciones con los visitantes, Bernardita se dio cuenta de la necesidad que tenían las personas de una mayor relajación y conexión con lo natural.
Así, mezclando sus conocimientos en medicina natural y nuevamente pensando en cómo ayudar en estos tiempos de angustia por la pandemia, las mujeres de la comunidad idearon la venta de “baños de relajación”. Bolsas con hierbas naturales para utilizar en los baños de tina. Plantas que cultivan en sus propios huertos.
“La economía local es fundamental en todos los casos de contingencia. Por eso es importante fomentarla, es la columna de una economía sostenible. Eso creo que la pandemia lo ha demostrado y lo hemos aprendido”, reflexiona Antonella.
La responsable de los enlaces entre comunidad y empresa, considera además que “este caso fue una reconversión inmediata también por la voluntad de las personas. Hay que tener la capacidad, el coraje y las ganas de ir adelante. Ellas se reinventaron y fue muy positivo”.
Hasta mediados de abril de este año el parque La Isla ha permanecido cerrado. En tanto, mujeres y hombres de la comunidad continúan con la producción de mascarillas, pero en menor escala. Su foco ahora es la venta de los “baños de relajación”.
Desde su casa en el territorio, Bernardita reflexiona, “no nos podemos frustrar. Mientras tengamos la oportunidad de reinventarnos, nos vamos a caer, pero vamos a pararnos. El día de mañana siempre va a ser mejor”.