“La industria de la construcción es uno de los sectores que mayor impacto ambiental genera. Lo que me atrae de la bioconstrucción es la posibilidad de construir con materiales naturales o reciclados, locales, abundantes y renovables, que se adaptan a las necesidades del habitante, generando un impacto ambiental mínimo y dando lugar a espacios saludables y confortables.”
“Me hace mucha gracia cuando me preguntan ‘qué durabilidad tiene una casa de barro’, bueno pues mira hay casas de cientos de años y allí están”, relata Juanjo entre risas.
A pesar de esto, con su equipo de expertos han tenido que comprobar la eficacia de estos materiales ante las autoridades. Han realizado ensayos en laboratorio de permeabilidad o resistencia al fuego, demostrando, por ejemplo, que un muro de pallets resiste más de 2 horas y media frente al fuego, cuando para un edificio de construcción tradicional la ley exige 30 minutos.
“No trabajamos con materiales naturales y reciclados porque sí, por un afán de ser hippies, yo soy ingeniero y enseño a estudiantes de ingeniería que estos materiales tienen propiedades excelentes (...) Ahora utilizamos el término “bioconstrucción”, pero durante siglos no había otro tipo de construcción. Utilizamos técnicas ancestrales, mejoradas y adaptadas a las exigencias actuales”.
La paja, pallets o barro, son materias primas que hoy retoman su importancia frente al desafío de adaptarnos y mitigar el cambio climático. Si una casa “bioconstruida” se quiere demoler, ésta puede volver a la naturaleza, lo que genera un ciclo orgánico que no daña el ecosistema, además de ser económicamente viable y ofrecer los estándares estructurales y de confort propios de una construcción moderna. Esta forma de entender los procesos productivos encaja perfectamente en el modelo de economía circular.
¿En qué consiste una economía circular?
La bioconstrucción es uno de los tantos campos donde se puede pensar desde el diseño en una economía circular. Es decir, que ya desde la planificación de un producto que se pretende comercializar, se piensa en la manera en que ese producto o sus componentes duren mucho tiempo y luego de haber servido a su propósito vuelvan a la cadena productiva para ser reutilizados, reparados, valorizados con otros fines o en que vuelva a la naturaleza sin generar un impacto ambiental negativo.
En esta transformación es fundamental aprender sobre esta nueva forma de entender la economía, donde aún queda mucho por avanzar. Una encuesta realizada por la consultora ambiental Pipartner Group entre 210 empresas en Chile indicó que un 42% no conoce aún los principios de la economía circular, a pesar de que un 86% de ellas declaró que quiere conocerlos y un 83% desea implementarlas en sus trabajos.
Un aspecto clave para entender la economía circular es mirar primero cómo funciona hoy la economía nacional y mundial: opera bajo una lógica lineal, es decir, extraer, producir, consumir y desechar.
Como consecuencia de este proceso lineal, se han acumulado millones de toneladas desechos no orgánicos y se han sobreexplotado los recursos naturales del planeta de forma sistemática. Según la organización Global Footprint Network, si se mantiene la misma tendencia extractiva, en nueve años más el planeta necesitará un 50% más de energía, un 35% más de alimento y un más 40% de agua.
La misma institución calcula el denominado “Día del Sobregiro Ecológico” (o “Earth Overshoot Day”) de todos los países del mundo, el cual indica el momento del año en que cada nación ya consumió todos los recursos naturales que la Tierra puede regenerar en un año. En 2020 el promedio mundial fue el día 22 de agosto. Para Chile fue el 18 de mayo, convirtiéndose en el país latinoamericano que más rápido agotó todos los recursos que los ecosistemas naturales son capaces de regenerar en un año y empezó a consumir los de sus futuras generaciones.
“Las estimaciones no son favorables. Si se sigue a este ritmo de consumo de aquí al 2050 vamos a necesitar tres planetas para abastecer de los recursos naturales que necesitamos para la construcción de ciudades, para el transporte, la alimentación y más”, asegura Natalia Correa, Ingeniera Agrónoma, especialista en economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, MAB de la Texas A&M University y Responsable del área de Economía Circular de Enel Chile.
“En la naturaleza los distintos organismos colaboran generando ciclos virtuosos y manteniendo la salud del ecosistema como un todo, es circular. Un árbol deja caer sus frutos, estos son transformados en alimento para otros seres vivos y luego sus semillas son parte de un ciclo infinito. Nuestro modelo en cambio es lineal. El desafío es incorporar la sabiduría de la naturaleza y transformar completamente el mindset de como concebimos las relaciones que se dan en los distintos subsistemas que conforman la sociedad.”
Esta nueva mirada no solo apunta a priorizar materiales que no dañen el medioambiente, sino también a una utilización más eficiente y racional de los recursos, maximizando su uso y su vida útil y reincorporando a la cadena de producción los materiales al final de su vida útil, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones presentes y también futuras, y permitiendo regenerar los sistemas naturales.
Se trata de una aventura colaborativa, donde se necesita innovación, nuevas tecnologías y, sobre todo, un cambio cultural a través del traspaso del conocimiento de este nuevo sistema económico, para así comenzar a crear diversos proyectos que incorporen esta nueva forma de entender la economía desde el diseño.
“Hay un gran desafío en ser más consciente, lo que debe cambiar es el mindset, la forma en que concebimos desde el origen las cosas. Entonces, una empresa que crea valor hacia los clientes, cómo repiensa ese valor y se hace cargo del impacto que genera aquello que vende, cómo lo integra desde el diseño para que esos impactos negativos sean los mínimos y como sirve su producto al propósito. Por eso es tendencia empresas que no venden ya el producto sino el valor que le entrega al cliente, ya no se venden autos, se vende la movilidad y el auto queda en la propiedad de la empresa. Así, estas diseñan para la longevidad”. Y desde el consumidor es preguntarse ‘¿realmente necesito vivir con tantas cosas?, por qué consumo aquello que consumo, qué impactos tienen mis decisiones de consumo’", asegura Correa.
Así lo cree también Juanjo García. Desde su oficina en Coronel, en la región del Biobío, considera que en el área de la biocontrucción Chile se encuentra “en un punto de equilibrio. Bueno, somos referentes para otros países de la zona, por la investigación que se ha hecho y por la ciencia, pero todavía queda mucho por avanzar, y en eso estamos”.