La especie correcta, en el lugar correcto
Lo que busca la restauración ecológica es recuperar ecosistemas destruidos, pero a diferencia de la reforestación, lo hace acercándose a lo que existía antes en ese lugar.
En ambos métodos se plantan especies, pero la diferencia es que la restauración lo hace guiándose por un “ecosistema de referencia”, un modelo a seguir, que se debe ubicar cerca de dónde se quiere restaurar, y en lo ideal que esté lo menos intervenido por el ser humano.
“Monitoreas diferentes parámetros de un ecosistema de referencia; el atributo composicional, el estructural, y el funcional. Evaluamos la complejidad del ecosistema en término de sus diferentes alturas, tipos de especies, nichos que se están recuperando, con el fin de decir ¿nos estamos acercando a lo que había antes de ser destruido?”
Desde 2011, el Dr. Cristian trabaja en una zona de la Reserva Nacional Nonguén. Cuenta que hace poco mostraron las imágenes del antes y después “y tú dices wow, se recuperó, donde ya incluso los robles dieron digüeñes, los picaflores llegaron a anidar. Todos esos procesos habían desaparecido. El año pasado plantamos también Copihues, que requieren de una estructura vertical dada por un árbol que les permita enredarse, sin esto no pueden establecerse”.
Sin restauración, a largo plazo estas especies se perderán, por lo que esta práctica no solo contribuye a mitigar el cambio climático, sino también a la crisis de la biodiversidad y a prevenir los desastres naturales.
Estas plantas, además de entregarnos el oxígeno que se necesita para vivir, entregan “servicios ecosistémicos”, un concepto que engloba todas aquellas contribuciones que hace la naturaleza al ser humano. Ya sean de regulación de caudales de agua, para evitar la escasez en épocas de sequía, de aprovisionamiento, los árboles que entregan alimentos o un servicio cultural, de belleza escénica, de recreación.
“Cuando uno hace restauración ecológica busca recuperar múltiples servicios y cuando digo eso es porque lo hacemos con una mirada de la ciencia de la sustentabilidad”.
Según explica el Dr. Echeverría en los últimos 40 años la zona costera del Maule y Bío Bío presentaron una de las más altas tasas de deforestación de Latinoamérica. Sin embargo, asegura que “a nivel nacional no estamos mal, comparado con otros países, pero no hay que confundirse que lo que está quedando de bosque nativo también es menos, por eso la tasa de deforestación baja”.
Sin bosques no hay carbono neutralidad
En los últimos años, Chile se ha posicionado como uno de los países con mayor compromiso con la acción climática y con alcanzar la neutralidad en la emisión de carbono. De hecho, en junio de 2019, el gobierno de Chile se comprometió a alcanzar la emisión cero para el año 2050 con una hoja de ruta donde la tecnología y la innovación son tan importantes como los bosques.
Se estima que, para esa fecha, nuestro país reducirá en un 50% sus emisiones brutas gracias a la generación con energías limpias y renovables, eficiencia energética, transporte eléctrico e incorporación del hidrógeno verde como combustible, entre otros desafíos. ¿Qué pasará entonces con el 50% de emisiones restantes? La respuesta está en los árboles, los cuales son fundamentales por su gran capacidad para capturar CO2, en especial los bosques nativos recuperados, los cuales tienen una mayor capacidad de capturar y almacenar dióxido de carbono.
“Es una oportunidad única para Chile (...) Sabemos que reducir las emisiones ya no es suficiente, también hay que capturar más.”
Al ser éste un problema mundial, los esfuerzos se han tenido que alinear. La ONU declaró el periodo del 2021 a 2030 como “La Década para la Restauración de los Ecosistemas”, con el objetivo de “incrementar a gran escala la restauración de los ecosistemas degradados y destruidos, como medida de probada eficacia para luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la biodiversidad”.
En Chile, el Ministerio del Medio Ambiente y el de Agricultura han creado un “Plan Nacional de Restauración de Paisajes”, el cual establece como “tarea prioritaria para el país” hasta el año 2030 la recuperación y mantención de los paisajes, además de ser “una contribución directa a las metas establecidas en materia de mitigación en Chile” y de los cumplimientos internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Este plan nacional también tiene que ir acompañado de esfuerzos desde el sector privado. Es por eso que Enel Chile trabaja desde el año 2015 con la Universidad de Concepción, quienes se encuentran en la implementación de tres proyectos.
Uno de ellos es una restauración ecológica que comenzó el año 2020 por la Resolución de calificación ambiental (RCA) de Ralco, el cual tiene, entre otras metas, evitar la extinción de tres especies en amenaza: el ciprés de la cordillera, el lleuque y el guindo santo.
Durante el 2020 se dio inicio a este proyecto con la restauración ecológica de 9,5 hectáreas y durante el 2021 se ejecutarán las 58 hectáreas restantes, posicionado a Enel como pioneros en Chile en restaurar ecológicamente dicha superficie con este tipo de especies protegidas.
“Son especies que no se pueden recuperar si no es con la restauración de su hábitat; el guindo santo requiere sombra y mucha humedad, crece a orillas de ríos, en cambio el ciprés de la cordillera crece en lugares muy áridos, y el lleuque crece bajo la sombra de otras especies. Son condiciones de hábitat muy específicas, entonces tenemos que recuperar la complejidad e integridad del ecosistema para poder establecer estas especies.”
A esto se suma el proyecto de reforestación de roble, raulí y coigüe de Enel Chile junto a la Universidad de Concepción, que hasta marzo de 2021 han plantado un total de 633 hectáreas con especies nativas. Un trabajo colaborativo, donde la ciencia demostrada desde lo académico traspasó a convenios concretos que crean precedentes para los retos que Chile y el mundo enfrentan.
Cristian por su parte, confiesa que es un desafío “mayúsculo, pero me gustan los desafíos”.