“Cuando llegué la brecha de edad era importante, la mayoría tenía 55 ó 66 años. En cambio, los once que llegamos éramos de 20 a 25 años, entonces nos costó adaptarnos con gente que podía ser tu papá. Pero con el tiempo se fue armando un equipo muy compacto, interesante. Nos entregamos conocimiento, fue muy entretenido ese proceso.”
Eduardo pasó por diversas áreas, partiendo como ayudante, pasando a operador y hasta llegar a Supervisor Mecánico, cuyo trabajo es la mantención de todos los equipos que forman parte de la operación de Bocamina. En todo ese recorrido la fraternidad entre compañeros fue fundamental para crecer profesionalmente.
“Lo bueno que tiene Bocamina es que siempre está la información disponible entre las personas, lo que posibilita sacar siempre las tareas adelante. La sinceridad genera confianza, no hay problema en decir que no sabes algo. Gracias a eso hay un crecimiento personal que se inicia desde arriba. Yo trabajé en otros lugares y, por ejemplo, al llegar a una sala de control no te dejaban ingresar, casi había que hacer reverencias para entrar. Acá fue totalmente distinto, fue ‘acércate, conversemos, mira cómo se hace esto’. Eso es lo que más deja un impacto en uno”, reconoce.
Comprometidos con un propósito
Eduardo pertenece a la 8va Compañía de Bomberos de Talcahuano desde los 15 años. Él mismo compara esa vocación de servicio con el trabajo que realiza en la central.
“A nosotros nos necesitan allá en la planta, el país nos necesita. Hacer turnos de 8 o 12 horas continuas de noche, es necesario para que podamos tener la energía que se necesita.”
“Mi papá trabajó en industria pesada, en Huachipato. Con el tiempo fui entendiendo que mi viejo no iba a estar en mi cumpleaños o en Navidad porque estaba haciendo algo importante. Yo tengo dos hijas. Para mí ahora como papá es difícil, pero es lo que elegí y lo que quiero hacer”.
Eduardo explica que junto con la construcción de Bocamina II hubo también un proceso de adaptación a estándares mucho más exigentes en lo tecnológico y medioambiental, con lo cual se volvió a vivir una etapa de aprendizajes que permitió instalar a Bocamina como referente en gestión medioambiental en Latinoamérica.
“Bocamina II ayudó mucho a Bocamina I para entender cuál era el estándar de trabajo. La ventaja que tuvimos los más jóvenes es que nos pudimos adaptar más fácilmente. Se dio vuelta la mano. Es bonito que los más viejos te enseñen cómo funciona desde lo más básico y después uno enseñarles desde la parte tecnológica.”
“Un equipo para mitigar las emisiones es prácticamente del mismo tamaño que la central misma. Uno pensaba ‘cómo se va a implementar esto’. Y se pudo hacer, se pudo implementar, tuvimos que capacitarnos para eso y ha sido muy efectivo”, explica y agrega que “la gente ha notado el cambio, que no se ven emisiones, cenizas. Fui parte de ese cambio, los domos son impactantes”.
Sin embargo, el mundo de la energía sigue avanzando y el 31 de mayo de 2022 Bocamina dará el siguiente y último paso: cesará su operación y convertirá a Enel en la primera compañía chilena en dejar de generar energía con carbón. Aunque reconoce su tristeza en el plano personal, también enfatiza el valor de este salto.
“Es triste por el ámbito humano, el compañerismo que se ha formado, pero se necesita este cambio. A través de la tecnología del carbón se podía generar una energía que antes no se podía con otras tecnologías. Pero ahora con el paso del tiempo se entiende que no es necesario tener tanto carbón y podemos tener tecnologías más limpias, más verdes. Cumplimos un ciclo, tenemos que ser optimistas en que vamos a mejorar como compañía y que tenemos adaptarnos a los nuevos procesos”, concluye.