“En el caso de que haya otra mortalidad de este tipo, es importante poder detectarla temprano, para enviar científicos a obtener muestras. Cuando muere una ballena, si tú quieres entender el por qué, se necesita sacar muestras en pocos días. Si ha pasado mucho tiempo, se descompone y ya no es posible analizar las razones de la muerte.”
Monitoreo desde el espacio
El sur de Chile tiene un complejo borde costero, con un clima hostil que dificulta el poder detectar estas mortandades a través de investigaciones realizadas de modo tradicional, por esto se hizo urgente para el mundo científico el contar con un método más eficiente en costo y tiempo. El 16 de octubre de 2019, la British Antartic Survey (BAS), entidad del Reino Unido que tiene como misión efectuar estudios en la Antártica, informó mediante una publicación científica en la Revista PLOS que existe una nueva técnica para trabajar este tipo de eventos, mediante el uso de imágenes satelitales de alta resolución que buscan obtener información sobre futuros varamientos en forma rápida y eficiente.
“Con estas fotos, uno puede vigilar, para estar al tanto de otros eventos. Esta especie de ballena está en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, clasificada como en peligro de extinción, así que es una preocupación mayor. En 2015, pedimos una imagen satelital y la evaluamos en forma manual. Ahora, tenemos una oportunidad muy grande, al poder monitorear qué pasará en los próximos años, especialmente en año de El Niño, esto evitará tener que desplazarse hasta el lugar del hallazgo, ya sea en barco o avión, lo que sale carísimo y es un esfuerzo logístico mayor”
Un evento apocalíptico
En 2015, la Fundación San Ignacio del Huinay, institución sin fines de lucro fundada por Enel y la Universidad Católica de Valparaíso, que busca estudiar y preservar la biodiversidad de la Patagonia chilena en la Región de Los Lagos, realizó una expedición en barco para hacer un inventario de la fauna invertebrada en la Patagonia Central, específicamente en el Golfo de Penas y en el Golfo Tres Montes.
“Nunca habíamos ido a esos lugares, porque son de muy difícil acceso. Un día vimos unas ballenas muertas y nos causó extrañeza. Seguimos y vimos otra y otra, y nos quedamos en la noche allá. Recorrimos la cercanía del fiordo y vimos 26 ballenas muertas en total, lo que no es normal.”
La Dra. Häussermann agrega que la expedición continuó unos 200 kilómetros más al sur, hasta las cercanías de Puerto Edén, donde se hallaron cuatro ejemplares más muertos. Esto los motivó a efectuar un sobrevuelo por la zona para tener una visión más amplia.
“Fue algo totalmente apocalíptico, nos asustamos mucho. La verdad es que era muy irreal. En el Seno Escondido vimos 80 ballenas muertas. Fue algo nunca visto en la historia. El lugar es muy aislado y por esta razón nadie se había dado cuenta de la muerte de estas ballenas. Normalmente, si muere una ballena, dentro de uno o dos días hay alguien que lo descubre.”
Desde 2015, estas expediciones se llevan a cabo una o dos veces al año con científicos de distintas partes del mundo, para monitorear los fiordos y ver si existen otras mortandades, así como para estudiar las ballenas en el lugar, entender su ecología y poder ayudar a su conservación. Incluso, se implantarán “tags” para hacer un seguimiento a los cetáceos y analizar sus comportamientos. “Se sabe muy poco de esta especie. Vive lejos de la costa, está descrita como oceánica, pero en la Patagonia Central entran hasta fiordos de profundidad de entre 4 y 15 metros. No se sabía que hacían esto”, detalla Häussermann.
Causa: cambio climático
“Las ballenas con barbas son individualistas, cada una hace lo suyo, sin preocuparse de las otras. Si se encuentra una cerca de otra es porque hay mucha comida. No es típico que mueran en grupos grandes, así que esto fue algo único”, precisa la científica de la Fundación San Ignacio del Huinay, quien atribuyó a la “marea roja” la principal causa de este evento, con la presencia de algas tóxicas que cada vez son más intensas a raíz del cambio climático. El aumento de la sequía y la radiación elevada hacen que ingrese menos agua dulce en los fiordos, dejando agua salada superficial que facilita la aparición de la marea roja y perjudica a la fauna marina.
Este año, Chile será el anfitrión de la COP25 y uno de sus temas principales será el cuidado de los océanos y la Antártica. Para Vreni Häussermann, la conciencia medioambiental en el país está recién desarrollándose y aún hay muchas personas que culpan a terceros, sin sentir responsabilidad en cuanto a la preservación y cuidado de nuestros mares.
“Necesitamos áreas marinas protegidas en todas las regiones del país para conservar los océanos para las futuras generaciones. Desde hace décadas, sabemos del efecto negativo del cambio climático. Si hubiéramos empezado a actuar en este tiempo, habría sido más fácil, pero ahora es necesario hacer esfuerzos mayores. Esta es una situación inédita, que requiere medidas sin precedentes. Todos tendremos que participar en este cambio.”