“Las empresas están incorporando un valor en esto, están viendo cuáles son sus oportunidades. Hay un factor relevante en que las empresas hoy en día caminen o transiten en este proceso de transformación hacia identificar cuáles son sus impactos y trabajar para reducirlos.”
Un estudio realizado por la ONG Germanwatch señaló que Chile ha gastado más US$ 9.000 millones en los últimos 20 años a raíz de desastres climáticos. De este monto, el 46% se destinó en los últimos tres años. Estas cifras preocupan y han hecho que las empresas se estén moviendo en pro del planeta.
“Es un orgullo ver que Santiago se está transformando en la segunda ciudad del mundo con más buses eléctricos y eso lo hicimos en Chile”, destaca David Falcon. Añade que también, el Gobierno está trabajando en esa línea. En mayo de este año, el Ministerio de Hacienda anunció la emisión de un inédito bono verde soberano. De esta manera, nuestro país se convirtió en el primero de América en hacerlo a nivel gubernamental, dando un ejemplo de que transformar los negocios a proyectos amigables con el medioambiente es una necesidad.
“Cuando aparecen los bonos verdes, comienzan a aparecer más iniciativas. El mundo frío de los números se comienza a contagiar y te das cuenta que trabajar sobre proyectos verdes es un buen negocio. Son a largo plazo y generan menos impacto a la comunidad. Uno va viendo cómo estos fondos e inversiones están disponibles, se desarrollan de mayor manera y hay más inversionistas disponibles para entrar en ellos”
Los bonos verdes son similares a los bonos normales, pero con la diferencia de que estos solo pueden ser usados para financiar proyectos que protejan y sean amigables con el medioambiente. “Es algo novedoso para el país y demuestra que efectivamente no solo las empresas puedan trabajar en eso, sino que también el Estado pueda financiar algo que es para toda la ciudadanía. Las empresas se ven muy influenciadas por lo que hace el Estado. Antes, si no había una ley, las empresas no se movían. Ese tema está cambiando drásticamente”, indica Falcon.
No solo buenas intenciones
Cada vez son más los ejemplos que surgen desde el empresariado para buscar mitigar los efectos del calentamiento global, buscando generar un cambio real que sea un aporte para la comunidad.
“Hoy, la tendencia de ser verde es más rentable de lo tradicional, y la adhesión social y pública en términos de ser queridos es mucho mayor. Eso hoy día no lo podemos descuidar, porque es un tangible social y tenemos que velar por satisfacer las necesidades de los consumidores”
Para los expertos, la toma de decisiones de las empresas tiene que tener impregnado el sello de la sostenibilidad, buscando generar un bien, no solo hacerlo pintándose de verde. “A la hora de poder operar e interactuar con la comunidad, en el caso de una empresa que lo haga solo por imagen, se ha demostrado que el valor de las empresas y la adhesión en términos sociales van disminuyendo con el tiempo”, agrega Falcon, y asegura que “los negocios hoy en día están castigando los proyectos que no generen un impacto ambiental positivo”.