En marzo de 2019, se produjo un hito en el avance de la movilidad eléctrica en Chile: por primera vez, un auto eléctrico completó el viaje de 500 kilómetros por la Ruta 5 Sur que une a Santiago y Concepción. Detrás del volante iba el ex piloto de la Fórmula 1, Eliseo Salazar.
“Hicimos gran parte del viaje con aire acondicionado y en modo Sport y solo tuvimos que hacer una parada para cargar la batería. Fue un agrado gracias al auto BYD e5 y los cargadores de Enel X a lo largo de la ruta”, comentaba al final del viaje el actual embajador del Santiago E-Prix de la Formula E.
El recorrido tuvo un costo de $5.200 en combustible, en este caso, energía eléctrica. Es decir, cuatro y hasta cinco veces más barato en comparación con un auto a bencina. A este ahorro se suman los costos de mantención de un auto eléctrico, que son aproximadamente un 70% más bajos en comparación con un auto convencional al no necesitar cambio de aceite o bujías.
Esta ventaja económica también aplica para el transporte público. Un estudio realizado BYD, que midió el rendimiento en las calles de Santiago de dos buses eléctricos a lo largo de 12 meses entre 2017 y 2018, comprobó que el consumo en combustible fue un 76% más barato en comparación con un bus diésel.
Además del factor económico, existe un impacto ambiental relevante para las personas, en especial en ciudades con mucha densidad vehicular y contaminación como Santiago. Según el Tercer Informe Bienal de Actualización sobre Cambio Climático entregado por el Ministerio de Medioambiente a las Naciones Unidas, el rubro transporte -que incluye el terrestre, aéreo y marítimo nacional- aportó con un 23% de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en Chile en 2016. Cerca del 20% corresponden solo a transporte terrestre, “debido al crecimiento del parque automotriz nacional inducido por la expansión de la población, el mayor poder adquisitivo y el mejoramiento de la infraestructura vial en el país”, según señala el estudio.
Un vehículo particular de tamaño medio que recorre 15 mil kilómetros al año, puede emitir entre 2 y 3 toneladas de CO2 en ese periodo, lo cual equivale al menos la mitad del CO2 anual per cápita de los chilenos. En el caso del transporte público, un bus eléctrico puede evitar la emisión de cerca de 54 toneladas anuales de CO2. Cifras que corroboran la importancia de seguir avanzando en métodos de transporte limpios y amigables con el medioambiente.